Claves para un Matrimonio Feliz (Segunda Parte) - Relaciones Sentimentales

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Claves para un Matrimonio Feliz (Segunda Parte)



5. Capacidad para enfrentar y solucionar conflictos y problemas

Otra clave para tener un matrimonio plenamente feliz es la capacidad para enfrentar y solucionar los conflictos y problemas que normalmente tiene toda vida matrimonial. Si ustedes no tuvieran conflictos, no serían de esta tierra; serían extraterrestres. Donde hay una comunidad,.

Donde hay dos personas, 3, 20 personas, hay conflictos. Y los conflictos mayores, en general, no se tienen con otras personas, sino en la casa, con aquellas personas que tenemos más cerca, más próximas. Ahí están los mayores conflictos normalmente. Sería utópico pensar que tendremos una vida sin problemas.

Yo conozco algunos matrimonios que tienen muy pocos conflictos, super pocos. Dios se preocupa que tengan problemas en otros lados; en su mundo del trabajo, en los negocios. Pero es muy extraño que sean personas muy armónicas, sin fricciones entre ellos dos. Recuerdo, cierta vez, que un matrimonio daba testimonio de su vida matrimonial en una jornada; yo estaba sentado atrás y junto a mí había un matrimonio que estaba escuchando y el marido se volvió a míy me dijo: "Padre, no les creo nada". Yo le dije: "En realidad, yo les creo porque los conozco, son así". Pero es algo extraño, son una excepción estos matrimonios.

El matrimonio que no tengaconflictos tiene que dar gracias a Dios, porque es un regalo especial de Dios; no es lo normal. Dios quiere privarlos de estos conflictos, porque les va a exigir algo difícil en otros campos.


5.1. Areas de conflictos

• La psicología propia, el carácter, el temperamento:

Normalmente los matrimonios tienen conflictos porque muchas razones evidentes. Por de pronto, somos dos personas distintas, con distintos caracteres, con distintos temperamentos. Esto ya produce una cantidad de conflictos: uno es aprehensivo, reservado, el otro es hablador, expresivo. Y esto crea conflictos. Uno es ordenado, el otro gran desordenado, y esto también produce conflictos. La psicología del hombre y la de la mujer son muy diversas; el hombre es de esta manera, y la mujer de esta otra, y es muy difícil cambiar a estas personas. La mujer es sensible, es subjetiva, más expresiva; el hombre es más objetivo, más racional, más cerrado.

Son naturalezas distintas que, evidentemente, se pueden educar, pero... "no podemos pedir peras al olmo"... La gracia estás en aceptar al otro y en complementarse. Pero si no aceptamos estas diferencias y no procuramos que se potencien, entonces la bomba explota.

Hay muchas áreas de conflictos por nuestro temperamento, por nuestra psicología propia. • Las familias de origen. Cada uno de los cónyuges viene de familias distintas, con costumbres y tradiciones propias, distintas. Y cuando uno quiere hacer las cosas así, y el otro de otra forma, como se hacían en su familia, empiezan los conflictos: que tú preocupas de tu mamá, y tú, de tu papá, y no de mí, de mis hijos; y tu familia es así y asá, etc.

• El dinero
Pensemos lo que significan los conflictos en este campo. Uno puede ser super apretado y ordenado en su dinero, y el otro super gastador y desordenado en sus finanzas. Hay un mundo de conflictos en el campo de las finanzas y muy grande. ¿Cómo manejamos el dinero, qué es lo que corresponde? La mayoría de las personas pelean por esto.

• En el campo de la educación de los hijos

Cómo educar a los hijos; uno es consentidor, el otro es exigente... Uno es permisivo, el otro es autoritario.

• En el campo de la sexualidad

¡Cuántos conflictos hay en este campo! Ya hemos visto algo. A veces, desde el primer día del matrimonio. Y estos conflictos siguen penando después, porque no se solucionan a tiempo.

Conflictos que aparecen de repente, porque cada etapa de la vida tiene conflictos diferentes. Durante el primer año de matrimonio se dan conflictos que son diferentes a los que se dan cuando los hijos están creciendo, y cuando están en la adolescencia, cuando se empiezan a quedar solos y a salir solos. Hay toda una gama de transformaciones en el mundo de la sexualidad, y que muchas veces no se enfrentan. Cada edad requiere de soluciones diferentes, porque aparecen cosas que no se daban antes, en las etapas anteriores.


5.2. Cómo enfrentar los conflictos:

¿Enfrentamos estos conflictos? ¿Cómo enfrentamos los enfrentamos? Si no los enfrentamos, van a explotar. Por no molestar al otro, por miedo a que el otro reaccione de tal forma, se quedan callados y no hablan; se tragan las cosas y de tanto tragar y tragar estas situaciones, se explota.

No se puede pasar tragando problemas toda la vida. Hay miles de reacciones explosivas, violentas que no se explican, pero que son acumulaciones de problemas y de situaciones de aparente, mal entendida.

• Enfrentar los conflictos en el momento oportuno

Muchas veces los conflictos son una bomba de tiempo que estalla  uando menos se piensa. O muchas veces, los conflictos se enfrentan en momentos inadecuados, poco propicios, inoportunos. Si están indignados, a punto de explotar, no pueden pretender solucionar un conflicto. Lo único que cabe es esperar a estar tranquilos, para evitar insultarse, gritarse, faltarse el respeto, decirse cosas de las cuales se arrepentirán... Uno de los dos, que tenga la cabeza más fría, tiene que tratar de calmar. "Cuando un gallo no hace pelea, no hay pelea"; lo fregado es cuando los dos se enfrentan.

Muchas veces, los conflictos se enfrentan mal, en un mal momento. O se abordan con una actitud errada. Si tengo una actitud de "Jalisco nunca pierde", de tener siempre la razón y que el otro sea quien ceda, quien reconoce, que sea quien se humille, los conflictos no se resuelven. Y no puedo rezar el Padrenuestro: perdona mis ofensas como yo perdono... Los conflictos no se enfrentan ni con una actitud ni humanamente sana ni menos con una actitud cristiana. Si no estamos dispuestos a escuchar, a reconocer la verdad del otro, sino simplemente la propia verdad, lo que yo pienso, los conflictos no se resuelven. Y la otra persona se anula y, como consecuencia, o sucumbe o explota. Y llega el momento en que tira todo por la borda.

Y va a estar super sensible ante cualquier persona que le demuestre algo de cariño, de comprensión.

• Cómo abordar los conflictos

¿Con qué actitud abordamos nosotros los conflictos? Cuando las cosas son graves, hay que buscar una ayuda; buscar alguien que nos ayude a objetivarnos, a mirar las cosas con distancia, desde otro punto de vista; alguien que nos merezca confianza y que nos ayude a salir del entuerto. A veces estamos cerrados a esta solución.


¿Cómo tenemos que abordar los conflictos?

- Primero, revisar la actitud que tenemos. ¿Es mi actitud la correcta para enfrentar las desavenencias, los problemas, los conflictos que aparecen en mi matrimonio, en un hijo, en el trabajo? ¿Con qué actitud enfrento yo a mi cónyuge? ¿Estoy dispuesto a escuchar, o mejor dicho, a tratar de comprender lo que el otro me quiere decir, me está tratando de decir? ¿Soy capaz de intuir la verdad que hay detrás de lo que me está diciendo, quizás en mala forma o no adecuadamente? Esto pasa mucho a la mujer; porque la mujer es más global y le cuesta analizar y separar las cosas. Siente algo, pero le cuesta expresarlo y tiene que hacer un esfuerzo por clarificarse. Pero el varón tiene que hacer un esfuerzo para comprender lo que ella siente, porque es muy distinto a lo que siente él, porque ambos tienen psicologías diferentes.

- Ponerse en los zapatos del otro: Hay que ponerse en los zapatos del otro, en el pellejo ajeno. Esto requiere una actitud de comprensión, de querer escuchar ante todo y no sólo defender mi punto de vista. Es un arte. Suponemos que hemos encontrado un momento adecuado, y no cuando estamos por explotar.

En el Movimiento aconsejamos  ejarse un tiempo para una revisión, por lo menos una vez al mes. Tenemos que tratar de entender lo que la otra persona nos quiere decir y constatar si lo que entendimos es lo que ella nos quiere decir; tenemos que esperar que nos diga si es verdad lo que nosotros entendimos. Y mientras no tenemos su respuesta, no podemos entrar a solucionar el conflicto. Es una técnica. De lo contrario, habla una sola persona y no escucha.

- Autodominio: Lo anterior requiere un autodominio y tener conciencia de algo que es muy importante: fuimos creados por Dios para querernos, para aceptarnos, para complementarnos, para ser felices juntos. Si tenemos diferencias, Dios las permite para que nos enriquezcamos mutuamente, para complementarnos, para que nos corrijamosmutuamente. Tenemos que corregirnos, pero con cariño.

- Estar abiertos a escuchar: Tenemos que estar abiertos a escuchar, a conversar, a intercambiar, a dialogar, con tranquilidad. Para discutir, el matrimonio se toma de la mano, como expresión de unidad a pesar de todas las divergencias, de las discusiones. Porque el Señor nos unió y con él seremos capaces de solucionar nuestros conflictos. Si no somos capaces de solucionar nuestros conflictos ahora, en este momento, podremos intentarlo al día siguiente, o en un mes más. Pero no vamos a cejar hasta que nuestros conflictos estén solucionados.

- Actitud de perdón, de humildad: No hay solución posible de conflicto sin humildad. Sin voluntad de perdonar realmente al tú, cuando ha hecho algo negativo. Nosotros no somos santos canonizados. Estamos en camino a la santidad. Qué liberador es reconocer el error, y qué libertador es perdonar y no siempre querer salir con la suya. Cuántas veces tengo que perdonar a mi prójimo, lo conocemos demás: setenta veces siete! ¡Es decir, siempre! Este es el sentido del sacramento de la reconciliación. El Señor sabe que nos dejó con defectos, con errores, con debilidades; él nos quiere así. Si nos hubiera querido perfectos, nos hubiese hecho distintos. Hizo perfecto a Adán y Eva y no le fue bien. A nosotros nos dejó bastante imperfectos para que aprendiésemos con humildad a recibir el tipo de amor que él nos regala: un amor misericordioso ante nuestras debilidades, un amor de perdón. Y esto tenemos que ser nosotros en el ámbito más íntimo de nuestra relación conyugal.

- Contar con la gracia de Dios: Todo esto requiere también santidad, requiere estar en Dios. Por eso, ¡qué difícil resulta para un matrimonio que no tiene a Dios, salir adelante y sea verdaderamente feliz y sea para siempre.

- Rezar: Hay cosas que no podemos solucionar de una vez. Esto significa que tenemos que seguir trabajando. Y en primer lugar, debemos rezar para pedir la luz del Espíritu Santo. Es él quien nos ayuda a entendernos, a comprendernos, así como él nos ayuda a comprender al Señor, sus actuaciones. "Yo les enviaré el Espíritu Santo.

El les dará a conocer todo lo que les he enseñado", nos dice el Señor. Esta es la labor que realiza el Espíritu Santo en el matrimonio, entre los esposos. Por eso, tenemos que implorar y pedir el Espíritu Santo que podamos comprendernos mutuamente, entendernos profundamente, saber lo que Dios nos pide a través del cónyuge. Tenemos que rezar para tranquilizarnos, para purificarnos del egoísmo. Acercarnos a Dios a través de los sacramentos de la Comunión y de la penitencia.

Tenemos que purificarnos del egoísmo, de aristas, de tantas cosas que nos impiden un mejor trato mutuo, una mayor comprensión mutua. Si no rezamos, será muy difícil que nos entendamos.

Y no se trata de que el otro rece, que él otro crezca; no, yo en primer lugar. Yo tengo que rezar más, yo tengo que estar más en Dios; yo tengo que ser más santo y así nuestra relación será mejor y será más hermosa. - Recurrir a otra persona. A veces tendremos que pedir un consejo, a un sacerdote, a la Hermana, a un psicólogo bien recomendado. Normalmente, son pocas estas veces.

Normalmente, nosotros tenemos todas las armas en la mano pero no sabemos usarlas. Usamos las armas mortíferas, pero no las salvíficas. A veces tenemos que pedir ayuda porque hay traumas que se arrastran por tiempo. Y sucede que si una persona tuvo una caída, perdonar esa falta es difícil y puede quedar un rencor que no se puede sacar de encima, quizás por algo que sucedió en la niñez, en el propio hogar y quedan traumas que marcan para toda la vida y aparecen los celos tremendos... Entonces hay que pedir ayuda que permita superar esos traumas.

Conclusión

Todo este conjunto de cosas, de claves, de ayudas, hace que nosotros podamos ser verdaderamente un matrimonio feliz y para siempre. Es algo que tenemos que trabajar, un matrimonio que tiene que crecer en un camino de santidad matrimonial. Dios les va a pedir cuenta no por el apostolado que hicieron en el Movimiento, en las parroquias, por las obras que hicieron, sino, en primer lugar por el amor al prójimo, a la persona más próxima que tenían, a su cónyuge. ¿Cómo lo amaron? Este va a ser el examen. Y luego, si amaron a sus hijos, si seentregaron a ellos con amor, si se sacrificaron por sus hijos.

Después, por los parientes, los amigos, los conocidos, etc. Pero el examen real empezará por el matrimonio, porque ¿cómo puedes decir que amas a Dios a quien no ves, y no amas a tu prójimo a quien ves? ¿A quién está a tu lado, a esa persona con quien duermes? ¿Cómo dices que amas a Dios si no amas a tu prójimo más "próximo"? No me hables de tu piedad, de tus rezos, de tu apostolado, si no amas a quien tienes a tu lado.

Por eso, construyamos un matrimonio santo en el cual yo y tú tenemos que dar mucho; con un arma grande que se llama sacramento, que nos asegura, nos garantiza que es posible unmatrimonio feliz y para siempre; que la gracia de Dios nunca nos va a faltar, sea cual sea nuestroestado actual, nuestra realidad actual, sean cuales sean las crisis que hayamos tenidos. Siempre vamos a salir adelante. ¿Por qué? Porque hemos recibido una gracia que, si cooperamos con ella,nos garantiza que siempre vamos a estar unidos y felices. No sin problemas ni dificultades.

Nadie nos garantiza que no los tengamos: muchos, pocos, grandes. Eso depende del camino de cada uno, de lo que Dios nos tiene previsto. Si hay dificultades, con la ayuda de la gracia, las sabremos aprovechar para crecer. El Padre Kentenich decía: "Las piedras que nos lanzaron para destruirnos, nosotros las hemos usado como peldaños para subir más alto". Nunca nos va a faltar la gracia. 

Nosotros, los schoenstattianos, tenemos una fuente tremenda de gracias: El Santuario. Allí se nos dan las gracias del cobijamiento del uno en el otro, la gracia de la transformación, del crecimiento mutuo como matrimonio, la gracia de la fecundidad apostólica de irradiar una felicidad que tanto hace falta.

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